Gisele Pelicot, al enfrentar a los hombres que la violaron, afirmó que no debería haber vergüenza para las mujeres que son víctimas de tales actos. Ella eligió que su historia fuera pública, para ayudar a otras y mostrar que el problema debe ser encarado. Su declaración en el tribunal resuena en un contexto social donde muchas mujeres todavía sufren en silencio, recordando que el estigma debería recaer sobre los perpetradores, no sobre las víctimas.
Bajo el sistema legal francés, Gisele Pelicot tuvo la opción de mantener su juicio en privado, pero eligió lo contrario. Quería que su verdad se escuchara en todo el país, para que otros supieran que no están solas en su sufrimiento. Su decisión es un poderoso llamado a la empatía y al cambio: "Ninguna mujer debería sufrir por haber sido drogada y victimizada", subrayó, instando a la sociedad a abordar esta tragedia de manera frontal.
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