La misoginia ha sido central para la identidad y el movimiento político de Donald Trump, pero ahora es fundamental para su desconcierto frente a Kamala Harris.
Cuando Trump habla de las mujeres que desafían su poder, su retórica destila sexismo, refiriéndose a Harris como incompetente y desagradable.
Erica Chenoweth y Zoe Marks explican que la misoginia y el autoritarismo no son solo comorbilidades comunes, sino males que se refuerzan mutuamente.
Parte de la marca de Trump ha sido que incluso lo procaz es mejor que lo femenino, lo que revela su profundo sexismo.
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